Lo que ocurrió fue que estuvo días y días, semanas y semanas, meses y meses, años y años intentando decir el nueve, sin descansar ni un solo minuto, ni un solo segundo.
Contaba del uno al diez, del diez al veinte... pero era incapaz de pronunciar, ni el nueve ni el diecinueve.
Un día estaba viendo la tele y se encontró un documental sobre enfermedades raras y, ¡victoria!, salía la suya. Estuvo mucho tiempo viendo el documental hasta que dieron la noticia de que hace dos días habían descubierto un medicamento: costaba mil euros y sólo se encontraba en Nueva York. Así que sin pensarlo dos veces, fue a comprar un billete para el próximo vuelo. Cuando llegó, pagó y se tomó el medicamento, pero seguía sin poder decir el nueve. Se fue a dormir y al día siguiente volvió a probar y... por fín lo consiguió decir. Consiguió el sueño de su vida: poder decir números que contuviensen el nueve. Al final pudo conseguir el premio y seguir con sus clases de matemáticas.
La vida era mucho más sencilla así.
Contaba del uno al diez, del diez al veinte... pero era incapaz de pronunciar, ni el nueve ni el diecinueve.
Un día estaba viendo la tele y se encontró un documental sobre enfermedades raras y, ¡victoria!, salía la suya. Estuvo mucho tiempo viendo el documental hasta que dieron la noticia de que hace dos días habían descubierto un medicamento: costaba mil euros y sólo se encontraba en Nueva York. Así que sin pensarlo dos veces, fue a comprar un billete para el próximo vuelo. Cuando llegó, pagó y se tomó el medicamento, pero seguía sin poder decir el nueve. Se fue a dormir y al día siguiente volvió a probar y... por fín lo consiguió decir. Consiguió el sueño de su vida: poder decir números que contuviensen el nueve. Al final pudo conseguir el premio y seguir con sus clases de matemáticas.
La vida era mucho más sencilla así.